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Una
nueva exposición
del pintor madrileño
Amo, nos ha permitido aproximarnos de nuevo a la
delicada riqueza cromática de sus paisajes.
Es
un artista de los que caracterizan su obra por
sugerir las figuras, por insinuar detalles de
paisajes arminizados por la precisión de los matices
del color, por el entrelazado de luces y sombras,
que hacen que el cuadro como resultado final se
defina como único, como un rasgo de personalidad
al margen de estilos y tendencias. |
Sus lienzos
no sólo representan
una realidad unidireccional captada por el artista,
sino que avanzan hacia el encuentro con las sensaciones
que recibe del contexto que recrea. Su variedad
cromática permite que el paisaje o el bodegón
que aparece ante nuestras retinas provoque un cúmulo
de sensaciones. Los elementos sobre los que reacae
el peso de la obra se delimitan con nitidez mientras
fluyen dentro de un entorno simplemente sugerido
que envuelve lo que representa.
Los detalles que definen los paisajes toman apariencia
especial formada por las tonalidades y las texturas
que lo sitúan y los delimitan. Amo es uno de
esos artistas que investiga con el color, las luces, las formas, buscando el
equilibrio exacto entre lo que el mundo le entrega directamente y lo que él
simplemente apunta desde su sensibilidad.
Ajustándose a los movimientos actuales de la denominada nueva figuración
crea un universo propio, con una fuerte presencia de lo onírico, de lo
visionario, de aquello que sólo puede ser fruto de un artista que cuando
se detiene para dar cuerpo a un paisaje es capaz de percibir mucho más
que lo que simplemente el entorno muestra a primera vista. De este modo nos
empuja a descubrir Toledo o Venecia con una mirada renovada, inicente, capaz,
en definitiva, de sorprenderse con lo cotidiano. |